Cada uno de los invitados elige dos temas musicales que se reproducen durante el programa y al finalizar la entrevista, el Sr. Jorge Turri del gremio, entrega un certificado de participación y agradecimiento por el aporte a la historia local.
Los invitados fueron:
1- Carlos Aguirre
2- Antonio Gómez
3- Omar Maldonado
4- Alba Clelia de María Durán de Arce
5- Carlos Suárez "Garrincha"
6- Delia Vicenta García
7- Raúl Lima
............Antonio Isidoro Gómez.........
14/12/1937
Fue el segundo invitado al programa “Héroes de la Historia Quinense” que se emite por radio Ciudad 106.3 a cargo de su dueño Daniel Paez Oros y auspiciado por El Gremio de Luz y Fuerza cuyo responsable es el Sr. Jorge Turri.
El día 8 de junio de 2013 don Antonio estuvo presente unos 20 minutos antes de las 12 hs., horario previsto para comenzar el programa para que le avisen a la audiencia que ya estaba.
En una estupenda entrevista habló de su vida y recibió numerosos mensajes de salutaciones y llamados de su hija Estela y su nieta Ana Belén, de su hijos “Coco” y Walter, como también mensajes grabados de su hija Dalinda, Rubén y de su nieta Valentina.
Antonio Gómez nació en Árbol Solo, departamento Belgrano, provincia de San Luis. Paraje ubicado al norte de San Francisco del Monte de Oro. Su mamá trabajaba en San Luis y estuvo bajo el cuidado de sus abuelos. “Muy poco pregunté y hoy me arrepiento –dice- de no haber sabido más sobre mis parientes. No volví más a ese lugar. Llamativamente mi abuela era Gómez y mi abuelo Núñez. No sé por qué.”
“A los 10 o 12 años me ocuparon por un año en una casa de San Francisco. Vivía en la casa y hacía los trabajos que la familia me encomendaba a cambio de darme de comer y enviarme a la escuela. Fui a la escuela hasta cuarto grado y cuando pasé a quinto me volvieron a tercero –dice entre risas- No daba para más. Comía solo a la orilla de la pared, aparte de la familia que estaba en el comedor.”
“Recuerdo un día que me dice la Sra. te vas a comer toda la acelga. A mí no me gustaba para nada la acelga, así que la envolví en el tenedor y la rebolié arriba del techo. Cuando viene la Sra. me dice: -Viste que no era tan fea. En ese momento se cae la acelga que había quedado colgada de un alambre. Me agarró con una escoba a la vuelta de la casa. Como media hora estuvo castigándome sin ser mi madre ni ningún pariente.
Al año me mandaron de vuelta a mi madre por 5 pesos. Me habían mandado a buscar la carne y perdí el vuelto que eran $ 5. Llegaron y le dicen a mi madre: Acá le venimos a traer al mocito. Fue en el tiempo que murío Evita.”
Con solo 13 años lo dejaron encargado de una estancia en Alto Tabira al cuidado de unos 500 vacunos.
“Por las noches dormía afuera en una improvisada cama compuesta por pellones y el apero a modo de almohada. Muy temprano ya que apenas se ocultaba el sol había que dormir.
Recuerdo que bajaban los toros a tomar agua y se peleaban. Era un ruido impresionante porque allí no respetaban árboles ni alambrados.
En la soledad escuchaba el rugir del león, el tronar de las vizcachas, el bramido del avestruz. El silbido de las martinetas y el cantar de las chuñas eran mis compañeros.
Un día llega un telegrama que decía que le manden el chico a Mendoza a una familia amiga de una familia amiga de mi familia. Llegué para el tiempo de la cosecha. Para el tiempo de la uva y como dice el dicho: Para el tiempo de la uva hasta los perros engordan. Estaba lustroso –dice riéndose de él mismo-. Trabajé hasta los 18 años de ayudante de contratista. Me daban unas 10 o 15 hectáreas de la plantación y ganaba el 18 % de la producción. Claro que cuando caía piedra no cobrábamos un peso.
A los 20 años volví a San Luis para enrolarme en Villa General Roca y regresé a Mendoza.
Cuando me quedaba sin trabajo salía al centro y compraba el diario Los Andes para ver en los clasificados que trabajitos salían.
Hice el Servicio Militar y salí "asistente". Hacía todos los mandados que me decían. Un día dije: - Voy a ver si me dan una mano. Fui al quinto piso del Ejército y pedí hablar con el Capitán que me atendió y le explique que estaba sin trabajo. Me invitó a almorzar y allí fue mi error –dice bromeando-; Me sirvieron de postre una banana en plato con cuchillo y tenedor. Digo, voy a esperar a ver que hacen ellos. El Capitán se puso a fumar y la señora andaba haciendo otras cosas. Esperé un ratito y la señora vino a comer el postre y peló la banana con el cuchillo. Al primer intento se me cayó la banana. –Se ríe-. Me dio no sé si 50 o 500 pesos. Era un billete verde para que fuera tirando.
Hice vínculos con un diputado y nos juntábamos en un café en la esquina de San Martín y Garibaldi. Un día me dice: -Vamos a ver al Jefe de Policía de la Provincia. Fuimos y le dice al Jefe: - No tenés algún trabajo para este muchacho que está sin trabajar, para que le des. Ha hecho el servicio. – Si, le responde el jefe. Yo solo escuchaba, que iba a hablar entre el diputado y el Jefe. Que pase así le toma los datos el Furriel. Me tomaron todos los datos y me fui de nuevo a la finca donde estaba parando.
En ese momento se me ocurrió comprometerme. Elena trabajaba en una bodega y tuve la suerte de trabajar en ese lugar y así conocerla.
Vienen unos parientes de Rosario y preguntan a unos vecinos en la estrada de la finca, donde es el compromiso de la pareja Gómez- Domínguez. Le responden, si, valla por tal lado, pero no sé si lo van a encontrar porque esta mañana lo andaba buscando la policía. Efectivamente: había venido el móvil a buscarme para darme el nombramiento de agente de policía. Se ríe.
No acepté el trabajo porque no me gustaba.
A los 22 años me encontré con un chilenito que me dice: -Andá a lo Galleotti que allí están tomando gente.
Le hice caso y comencé a trabajar con la firma Galleotti Hnos. Necesitaban gente para ir a tres destinos: a Buenos Aires para que le manden flores desde allá; a Jujuy a una plantación de gladiolos y a Quines para lo mismo. Hicieron una sociedad con un Sr. Carrasco (estaba parando en el Hotel Magnano) y Durelli que tenían plantación de gladiolos en el barrio 100 viviendas.
Hicieron un análisis de terreno y clima y las condiciones más apropiadas para las rosas se daban en el centro de Quines.
Le alquilaron a don Durán para poner las flores. Más o menos a la altura de la Casa Rosada. De la familia Marín unos metros más adelante. Creo que es propiedad de Rogelio Arce.
Puse 8.000 plantas de rosas y luego hice un invernáculo.
Al principio viví una semana en el Hotel Floriani. Recuerdo que en una esquina estaba Nuñez que cargaba baterías y trabajó en la municipalidad; y en la otra Tapia y entre los dos se peleaban.
Después alquilé a Pedro Sosa por la actual calle Carolina Tobar García en frente donde está la antena de la radio.
Trabajé con mucho sacrificio. Recuerdo que en ese momento el medio que usaba para trasladar las flores era el Mateo (una especie de carretela). El taxi existía pero tenía su costo. En ese momento tenían taxi don Repesa, Cruceño, Pedro Figueroa y Charo Barrios de los que recuerdo.
Antonio en el cultivo de rosas en invernáculo a orillas del canal 1971-76
Traía las rosas para ponerlas en agua, empaquetarlas y enviarlas en T.A.C que paraba en el Hotel Quevedo o Magnano, o en DASSO. Llenaba el guarda-equipaje del colectivo T.A.C y muchas veces me hicieron problema porque no tenían lugar para las maletas de los demás pasajeros.
Para un día de la madre, le pido a Guillermo Andino que me corte todas las rosas. Voy a ver y me doy cuenta de que iba dejando la mitad. Escuchemé Andino –le digo-, no me entendió. Le dije que corte todas. – ¡Es que vienen floreciendo atrás mío! –me responde-. Cortamos todas las rosas y apurado mando a llamar a un muchacho de apodo “Tarugo” para que me lleve las flores al colectivo que ya salía. Las cargó a todas en el mateo y a la altura de la cancha Santa María en donde está el portón y pasando una acequia. La agarró como venía y desarmó el mateo y todos los paquetes con flores. Era un día muy caluroso. ¡Qué apuro para acomodar los paquetes de nuevo! Seguramente habré insultado muy mucho.
En un tiempo de mucha sequía recuerdo que compraba 100 hs. de agua para llenar los surcos. Había puesto a la orilla de las canaletas, melones y los muchachos me los empezaron a llevar. Cuando les pregunto de los melones me dicen “lo que hay en Argentina es para los argentinos”
Los empleados de Antonio fueron: Antonio García, “Tuco” Arabel, “Cincuenta”, Ricardo Andino, los muchachos Varas: Polo e Hilario, los muchachos Sosa.
Mi relación con las flores data de 50 años ya –dice Antonio- y en Quines estoy hace 42 años.
Al principio vendía rosas anaranjadas que se llaman Súper Star. Luego se impuso la rosa roja y es muy difícil de cambiar la costumbre. Rosas blancas solo encargo dos paquetes.
Cuando me piden flores ya entiendo para que motivo es y les recomiendo algunas flores. En Quines se usa mucho la costumbre de regalar flores a las damas. Hoy a las ocho de la mañana fueron a comparme para regalar.
El primer arreglo floral que hice fue para la señora de don Carlos Floriani que tenía un evento para el gerente del Banco Nación, el Sr. Pedernera. Tenía que adornar las mesas y como me faltaban floreros le pedí unos floreros a doña Yuni y uno era de barro crudo. Hice los arreglos y cuando voy a ver había una torta de barro y todo mojado con las flores desparramadas.
Dentro de las primeras coronas recuerdo una para don Taurán que era muy, muy peronista como lo fue también Lima. Me dice don Pedro Taurán: Me tenés que hacer una corona para Perón. Pero no tengo rosas y con claveles no va a quedar bien. Y que podemos hacer, me dice. Salimos en un rastrojero amarillo o anaranjado que tenía a Villa Dolores a buscar flores. Le hice la corona para una entrega simbólica en el cementerio con motivo del fallecimiento de Domingo Perón.
Una de las tragedias recuerdo que una noche hicieron siete grados bajo cero y comencé a hacer fuego en el invernadero y no alcanzó a templarse. Perdí muchas plantas.
En un momento no quise trabajar más con las plantaciones y compré a don Pedro Sosa el negocio de la esquina San Martín y Carolina Tobar García. Vinieron épocas muy malas, por ejemplo durante la presidencia de Martínez de Oz. Perdí una camioneta, estantes, muchas cosas. Después en la época de Alfonsín que se vendía y al momento de comprar estaba más caro de lo que se vendió.
Pero nunca bajamos los brazos. Siempre trabajamos y con sacrificio les di estudio a mis hijos.
Cuando se le preguntó que es Quines para él responde:
Un amigo, Pedro Carrizo, me decía bromeando: ¡Qué te las das si vos has venido ayer con una alpargata roja y una blanca! Y yo le respondía ¿Y ustedes de dónde han venido? Y le ponía ejemplos: Los Carrizo y los Zárate de La Rioja; Los Quiroga y Robledo de Córdoba; Barrera de Mendoza. A mí me pertenece más este lugar porque soy nacido en el departamento Belgrano de San Luis. Yo soy sanluiseño.
Cambiando el tono de vos dice: La gente de Quines es gente buena. Cuando vos necesitás algo es capaz de darte una mano. Es muy solidaria.
Si me tengo que ir a algún lado me voy a Quines. De acá no me saca nadie.
Uno de los dos temas que eligió don Antonio fue Puente Carretero. Cuando Daniel le pregunta por qué dice: Porque siempre me hubiera gustado conocer Salta e ir al puente Carretero. Una persona me decía no valla si ya no está.
Al final de la nota el Sr. Jorge Turri le hace entrega de un diploma en reconocimiento por su aporte a la historia de Quines.
La familia está compuesta por Antonio; Marta; Mario; Jorge; Juana Guillermina (Gina).
La casa de don Antonio fue en un momento el lugar donde funcionó la Comisaría de Quines.
Tuvo don Antonio al fondo de esta casa un gran invernadero con rosas después de estar en San Miguel y posteriormente una verdulería al lado derecho de la casa. Actualmente posee una cámara donde conserva las flores hasta el momento de su venta.
Antonio Gómez en Mendoza con sus hijos Walter (atrás de él) una niña del lugar; Estela y Dalinda en la plantación de claveles. Año 1970 aproximadamente.
En otra foto:
Granizo en Las Heras (Una tormenta y 20 minutos de piedra no dejaron nada).
Antonio Gómez, obrero a porcentaje de la finca Galioti, 100 hectáreas de viñas y olivares, prefirió que los enviados de Mendoza sacaran sus propias conclusiones. Lo cierto es que en la finca, situada ya en El Resguardo, sobre la carretera San Martín, no queda más que melezca en la viña y alguno que otro colgajo de racimo en los parrales.
La Pulga Nº 72 – Año 6 – Abril de 2002 publicó el siguiente artículo:
QUINES
LAS ROSAS DE SAN MIGUEL
A muchos les es conocido que en la zona de San Miguel se cultivan plantas de rosas que luego llegan a centros importantes del país…(faltan unas partes del diario)
…Galleotti Hermanos, una gran empresa que comercializaba sus productos a nivel nacional y notoriamente las rosas de corte que se enviaban a todo el país.
Un dato interesante es que los colores de las rosas van cambiando de moda a medida que se crean nuevas variedades. Seguramente todos conocen las rosas blancas, las amarillas, las salmón, la rosa té, las rosadas y las rojas. Los rosales fueron domesticados, cruzados y mejorados desde tiempo inmemorial en China y en Próximo Oriente, obteniéndose innumerables variedades. En los tiempos recientes, un francés modificó y obtuvo más de 500 nuevos colores de rosas, que a veces hay que ser especialista en el tema para distinguir uno de otro.
…Para cultivarla mejor por razones de clima, los patrones de la firma Galleotti Hnos. decidieron salir al norte. Dos lugares eran los más indicados: Quines o la provincia de Jujuy y de ellos se dicidió Quines por tener mejor sol, ya que la rosa Super Star con menos sol tiene los colores más apagados.
Así fue como el destino llevó a Antonio Gómez de regreso a su tierra natal, ya que como el lector habrá sospechado, fue a él a quien se le confió el desarrollo del nuevo vivero en Quines. En la zona del canal plantó una hectárea, de la cual la mitad estaba en invernáculo bajo nylon. Se producían rosas de corte principalmente, pero también se comenzó la producción de plantas, actividad que se extendió a San Miguel, donde finalmente se implantó y subsiste aún hoy, mientras que la producción de corte se ha abandonado en razón de la gran cantidad de rosas de importación que llega actualmente al país, importantes sobre todo de Ecuador, Colombia y Chile y cuyo costo es muy inferior al nacional.
Como se dijo, Antonio se dedicó a la producción de flores de corte, que se remitían enteramente a Mendoza, la casa principal, desde donde eran distribuidas a todo el país. Para ello se hacían paquetes de 50 rosas (y no de 25, como en la actualidad), llegándose a hacer 40 paquetes, lo que significaba dos mil rosas. Los envíos se hacían por TAC y como no había otros medios de transporte locales, las rosas se llevaban hasta el punto de carga por medio de Mateos. Recuerda que una vez, para llegar a tiempo a la TAC, apuraba al mateo de turno, guiado por un tal “Tarugo”, al pasar el cruce de una acequia, el mateo se desarmó todo y las rosas terminaron navegando por el canal.
En otro año, una nevada de intensidad anormal cargó con tal peso la cubierta del invernáculo que cortó los alambres y todo se cayó sobre las plantas de rosas.
Como dato interesante, Antonio recuerda que también por aquel tiempo en el que regresó a Quines, llegó de San Juan un señor Noguera e introdujo en la zona el cultivo del melón Rocío de Miel.
Antonio Gómez considera que hoy se presenta nuevamente una buena oportunidad para hacer rosas de corte porque la rosa importada es de nuevo muy cara por el precio del dólar. Estaría encantado de poder contribuir al relanzamiento de esa actividad con alguien que se interesase, colaborando con el aporte de su vasta experiencia y conocimientos.
Antonio Gómez termina proporcionando algunos datos técnicos:
La rosa se injertaba antes en pies de rosa canina, variedad silvestre de gran resistencia, por lo que una planta alcanzaba los 20 años. Hoy se injertan en pies sin espinas por la facilidad de trabajo, pero así la planta alcana sólo la mitad de edad.
La rosa cortada tiene muchos secretos para su conservación: no debe estar en corrientes de aire, a las que es muy sensible. Casa dos días hay que cortarle un trocito de tallo para que este siga absorbiendo. El agua no debe tocar las hojas porque se pudre y echa a perder las flores.
La planta de rosas exige mucha atención y debe controlarse a diario porque en pocas horas puede entrarle un hongo o una enfermedad, que deben controlarse de inmediato.
Dentro del invernáculo no se debe abonar sin ventilar muy bien, porque los vapores que se desprenden hacen arder la planta.
..........Raúl Lima.........
En confección......
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