ORÍGENES DE QUINES... por MANUEL YBÁÑEZ

Organizado de una manera diferente al original pero respetando todo el texto sin modificaciones, transcribo la disertación del Profesor Manuel Ybáñez para ser analizada de aquí en más por los interesados en la historia de nuestro pueblo.

Dividida en cuatro partes, a cada parte le coloqué una letra y un número que desglosado en algunos casos podrá ser sujeta a cambios o ampliaciones del mismo autor; refutaciones, observaciones o ampliaciones por otros autores o personas idóneas y hasta comentarios del lector en general. En síntesis lo que pretendo es tratar de abrir el diálogo a partir de este importantísimo documento que sin duda será el punto de partida para posteriores averiguaciones y debates.

ORÍGENES DE QUINES EN EL CONTEXTO ANTERIOR A LA CREACIÓN DEL VIRREINATO DEL RÍO DE LA PLATA

ABRIL DE 2007
CONFERENCIA PÚBLICA

AUTOR: Prof. Manuel Ybáñez (h)
FECHA: Jueves 12 de abril de 2007.
LUGAR: Quines, Departamento Ayacucho, Provincia de San Luis.

INTRODUCCIÓN
Hace más de veinte años tomé la decisión de incorporarme sigilosamente al reducido grupo de pioneros que había emprendido la quijotesca tarea de investigar los orígenes históricos de nuestro entrañable Quines.
Ese grupo de pioneros, no obstante que les debemos alguna forma de gratitud por sus esfuerzos, se hallaba muy disperso y con intereses focalizados puestos de manifiesto en el tipo de tareas que realizaban. Esta dispersión, sumada a la pasión que ponían en sus empeñosas investigaciones, impidió en los hechos la conformación de un verdadero equipo interdisciplinario capaz de objetivar los posibles hallazgos.
Quienes averiguaban nuestra historia a través de los relatos orales consagraban la mayor parte de su tiempo a entrevistar personas mayores, trotamundos y personalidades públicas. Otros, ávidos por encontrar indicios sólidos que apoyaran sus teorías respecto de la primigenia vida indígena, se concentraban en arduos trabajos de campo recorriendo nuestras sierras y zonas adyacentes. Por último, fueron quizá demasiado pocos quienes se dedicaron a investigar en archivos históricos oficiales y privados a fin de cimentar en los documentos probatorios la fortaleza o debilidad de datos específicos y puntuales de nuestro pasado.
En su momento, la tarea investigativa (que lejos estaba de ser mancomunada) generó no pocas polémicas; y en muchas ocasiones los desacuerdos coyunturales, acicateados por esa típica pasión quinense que no conoce los términos medios, causaron un estancamiento objetivo de los trabajos. Es por eso que a veces tenemos la justificada sensación que, desde hace una década, no existe nada significativo para fundamentar un enriquecedor debate histórico.
La investigación histórica fue llevada a cabo con el entusiasmo propio de los neófitos iniciados, capaz de vencer el más rudo escepticismo general. Pero también fue realizada mayoritariamente con la lógica propia del aficionado, que careció interna y externamente de un marco conceptual adecuado para la objetivación.
Por ello, es procedente abordar sucintamente en esta breve introducción algunos de los vicios operativos de la investigación que con el correr del tiempo originaron dificultades mayores:
1. Una excesiva tendencia a conservar, sin análisis posterior, la totalidad de los testimonios orales; por eso los mismos serían proclives a no resistir una confrontación ni cruzamiento con otros testimonios sincrónicos.
2. El otorgamiento de veracidad histórica inmediata a todos los testimonios orales; sin tener en cuenta (quizá por respetuoso voluntarismo) el intrínseco derecho del testigo a ser subjetivo en su relato.
3. Como correlato de los puntos anteriores, el surgimiento de un estatus de tautología inmutable para todo el conglomerado de versiones provenientes de disímiles testigos.
4. La construcción de un discurso legitimador para la propia versión histórica, desdeñando o incluso tratando de desacreditar otras versiones construidas en forma análoga.
5. La falta de una propuesta superadora, técnicamente fundamentada e inobjetable, capaz de articular y conferir sentido científico a todas las versiones históricas, algunas de las cuales son vehementemente defendidas por sus principales exponentes.
6. En un sentido general, el abordaje de la historia de los pueblos de San Luis como compartimientos estancos, desconociendo las interacciones propias de toda actividad humana, normada o eventual.
Como corolario de estos conceptos, es posible enumerar en forma no taxativa algunas consecuencias observables:
  • La reiteración, en forma cíclica, del anecdotario popular recabado como sustituto funcional de una historia sistemática.
  • La cita textual, ante la requisitoria periodística, de conceptos ya conocidos tanto en forma como en contenido; como los obrantes en la Conferencia Núñez de 1972.
  • La carencia de una propuesta pedagógica, estructurada desde nuestro propio pueblo, para traducir como contenidos curriculares los elementos centrales y apendiculares de las versiones históricas, a fin de transmitirlas a las nuevas generaciones de quinenses en un proceso ortodoxo de endoculturación.
  • En los hechos, esta dificultad privó a los estudiantes de la posibilidad de participar activamente en el debate histórico, e impidió el surgimiento y consolidación de una nueva generación de historiadores quinenses.
  • Hasta la fecha, se produjo solamente una hipótesis histórica, elaborada mediante la interpretación e iterrelación de los datos conocidos. Data del año 2002, fue expuesta en el IV Congreso Regional de Historia, hace referencia a la cuestión fundacional y fue realizada por quien ahora tiene la responsabilidad de ofrecerles esta disertación.

PRIMERA PARTE

LAS TIERRAS DE QUINES, ¿POSESIÓN O CONCESIÓN?
a.1. Es necesario, ante todo, establecer la clara diferenciación que existe entre ANTECEDENTES Y POBLAMIENTO EFECTIVO de Quines.
a.2. No es posible considerar a Domingo Sánchez Chaparro como el iniciador de nuestro pueblo, dado que su petición de tierras realizado en 1673 no tuvo como correlato la ocupación efectiva de la merced solicitada.
a.3. Globalmente considerados, constituyen ANTECEDENTES de Quines:
a.3.A. La solicitud de una merced de tierras mediante un documento suscripto el 5 de abril de 1673, donde aparece por primera vez en la historia el nombre "Quinne"; palabra cuya etimología resulta difícil de desentrañar, pero que a partir de entonces ocupó (debido a su originalidad) un lugar central en la toponimia puntana de todas las épocas.
a.3.B. El otorgamiento a Sánchez Chaparro de la merced solicitada, decisión tomada por el gobernador de la Capitanía General de Chile el 4 de octubre de 1673.
a.3.C. La toma de posesión in situ por parte de Sánchez Chaparro, acompañado de oficio por un funcionario subrogante, el 16 de abril de 1674.
a.4. Para fundamentar la hipótesis mediante la cual el derecho de Sánchez Chaparro no logra prevalecer en el tiempo, es apropiado tener en cuenta los siguientes factores de relevancia:
a.4.a. La ausencia de obras y emprendimientos significativos permite establecer que la merced nunca se convirtió en una propiedad latifundio.
a.4.b. No existen testimonios legales de reclamo interpuestos por sus descendientes. Estos territorios, que no estaban en condiciones de convertirse en bien sucesorio debido a la disputa en ciernes, llevan a delegar en un vecino de San Luis la tarea de continuar por medios legales la defensa del supuesto derecho emergente.
a.4.c. El Derecho de Indias especificaba que las mercedes de tierras quedaban en propiedad recién al cabo de un período de tiempo que oscilaba entre los cuatro y los ocho años. Como condición sine qua non, había que demostrar cultivo y residencia en las tierras solicitadas. En la época de la Reconquista española del dominio árabe, esta forma de distribución se conocía en España con el nombre de "aprisio".
a.4.d. Durante el siglo XVII la Corona cambió su política de tierras, movida por apremios financieros. Comenzó a exigirse la exhibición de títulos a los poseedores de mercedes, so pena de reincorporar al dominio real todo territorio de discutible origen. Si el título ofrecía dudas, debía abonar el interesado una suma para sanear el dominio; este pago se llamaba "composición".
a.4.e. En 1754 se efectuó un examen general de títulos de propiedad, y se admitió la prescripción (es decir, dejar sin efecto) para todos los poseedores anteriores al año 1700.
a.4.f. El otorgamiento de mercedes no sólo se fundaba en la consigna de retribuir servicios prestados a la Corona, sino también por la necesidad fiscal de tener un territorio impositivamente apto para redituar beneficios.
a.4.g. Esta política era el correlato de un tipo de sociedad que no se basaba en el comercio y la industria para cimentar su desarrollo, sino que veía en la posesión de la tierra la única forma digna de inversión. Desde lo cultural, la propiedad de la tierra era signo inequívoco de señorío y distinción social; de allí que ocasionara tantas pugnas entre todos los que aspiraban a ella.
a.4.h. Se llamaba "media annata" al impuesto que, según el Derecho indiano, consistía en la mitad de la renta del primer año de todas las mercedes que no fueran eclesiásticas, concedidas por las autoridades competentes. Su recaudación, al igual que otros tributos similares, era considerada vital ya que el aparato administrativo de Indias (altamente burocratizado) consumía la mitad de los ingresos fiscales; llegando, según el análisis de Haring, al ochenta por ciento a finales del siglo XVII. No existen constancias que Sánchez Chaparro haya dado cumplimiento a este importante requisito impositivo para ratificar su voluntad de poseer estos territorios.
a.5. Como conclusión de esta primera parte, es posible el esbozo preliminar de otras consideraciones coadyuvantes de esta hipótesis provisoria:
a.5.a. Quienes solicitaban mercedes de tierras o (después de 1700) permisos de ocupación territorial, hacían hincapié desde lo argumental en lo despoblado del lugar pretendido como concepto vertebrador clave. En 1673, Sánchez Chaparro manifestaba: "...están vacías...", en tanto que Gerónimo de Miranda aseguraba: "...están yermas y despobladas..." en su petición de 1740.
a.5.b. Para ejercer influjo objetivo sobre los cuadros administrativos facultados para tramitar las peticiones y orientar la toma de decisiones, se hacía un hábil aunque un poco insidioso uso de graduaciones militares probablemente ficticias. Llama la atención que, en una época donde era dificultosa la implantación de un sistema de legajos de servicio, era más sencillo aparentar un grado militar (capitán) antes que un título nobiliario, cuya genealogía era rápidamente cotejable con los documentos inmediatos. Al cruzar de una comarca a otra, se acrecentaba la imposibilidad de verificar los antecedentes castrenses invocados por un peticionante.
a.5.c. De manera transitiva, es llamativo el correlato entre la figura del "capitán" como posible interlocutor de su contraparte indígena: el "cacique". En el caso de Lorenzo Colocasi, personaje prominente del valle de Chutunso (actual San Francisco del Monte de Oro) los indicios históricos no lo avalan como cacique, sino más bien como patriarca de una familia numerosa que operaba funcionalmente como un clan; entendido éste desde una perspectiva antropológica.
a.5.d. Los conflictos respecto de las mercedes asignadas no se dirimían por la fuerza entre los interesados, aunque es probable que tal posibilidad haya existido en algún momento entre 1674 y 1699. Estos diferendos se triangulaban canalizándolos hacia la autoridad competente, de modo que la burocracia indiana comenzaba a funcionar con sus bizantinos métodos de gestión administrativa. Así, los asuntos de cariz litigioso eran factibles de ser absorbidos por la mora administrativa que hacía vencer todos los plazos legales. De este modo prescribían muchos reclamos por vía de la caducidad automática.
a.5.e. En el caso que nos ocupa, la instancia judicial competente en los litigios habría sido la Audiencia. Las Audiencias eran organismos colegiados que tenían la representación directa del Rey y actuaban en su nombre. Estaban compuestas por funcionarios llamados oidores, cuyo número variaba entre tres y diez de acuerdo a la importancia de la ciudad. Ese era el destino natural donde indefectiblemente terminaban su tramitación los numerosos pleitos provenientes de instancias inferiores; es decir que tenían competencia por vía de apelación.
a.5.f. La Audiencia resolvía los pleitos en dos instancias: Vista (primer fallo) y Revista (sentencia definitiva a petición de partes). Pero, además, resolvía los diversos y muy frecuentes conflictos de competencia suscitados entre funcionarios menores.
a.5.g. Empero, en todas las cuestiones referidas a bienes sucesorios este organismo no actuaba en forma colegiada. Los oidores tenían competencia originaria al respecto, por ende intervenían de oficio individualmente; máxime si se trataba eventualmente de herencias de difuntos españoles que no dejaban herederos en América.

SEGUNDA PARTE
DE LOS PLEITOS INFRUCTUOSOS AL POBLAMIENTO EFECTIVO

Pocos, muy pocos son los investigadores que han alcanzado una estatura comparable a la del Dr. Jesús Liberato Tobares. El señor Tobares sobresale por su gran capacidad para señalar orígenes seleccionando con buen criterio los aportes provenientes de diferentes fuentes. Por otra parte, debido a su sólida formación jurídica y dilatada actuación como magistrado, es quizá el único historiador de nuestra tierra comparable con el griego Tucídides por su talentosa forma de trascender lo narrativo, aplicando una lógica rigurosa para la construcción de sus hipótesis.
De allí su estilo sobrio manifestado en una prosa modesta y humilde pero plena de contenido; al punto que no existe historia, por intrincada que sea, que no pueda ser desentrañada con su extraordinariamente ameno poder de síntesis, capaz de jerarquizar adecuadamente los diferentes conceptos.
En base a documentos inobjetables, y gracias a su laborioso análisis, podemos en estos albores del siglo XXi colegir:
b.1. El capitán Domingo Sánchez Chaparro falleció en San Juan en alguna fecha comprendida entre 1674 y 1699. Su viuda, llamada María de Morales y Albornoz, volvió a casarse y delegó en su nuevo cónyuge, Francisco de Marigorta, la tarea de continuar con el reclamo de las tierras obtenidas en 1673.
b.2. El 4 de abril de 1699, Marigorta se presenta ante el corregidor residente en San Juan, Luis Chirinos de Posadas, para manifestar su voluntad de otorgar poder a un vecino de San Luis, con la finalidad de continuar reclamando el derecho emergente surgido de la merced de tierras. El vecino beneficiado era Don Pedro Escudero.
b.3. Ya en fecha posterior a 1674 se había registrado la enérgica protesta del capitán Hernando Muñoz contra la merced otorgada a Sánchez Chaparro. Señalaba en sus argumentos que llevaba catorce años viviendo en Chutunso, e incluso era yerno de Lorenzo Colocasi y Clara Chutún por haberse casado con la hija de ambos, Inés Colocasi de Muñoz.
b.4. El conflicto tiene una clara escalada en 1699. Casi en forma paralela y simultánea a la gestión de Marigorta se produce la decidida acción del hijo de Lorenzo Colocasi ante la autoridad residente en Mendoza. El teniente del Protector General del Reino de Chile, Gonzalo de Lorca, toma la denuncia efectuada por Julián Colocasi, quien acusa formalmente a Pedro Escudero de querer quitarle las tierras. Incluso parece estar ofendido por el cambio de nombre operado en los documentos oficiales, donde la denominación "Chutunso" es reemplazada por "San Francisco".
b.5. Ya en fecha 10 de abril de 1699, un alférez de nombre Francisco Chacón (mandado por el teniente de corregidor de San Luis) Había dado posesión del disputado territorio a los descendientes de Lorenzo Colocasi.
b.6. A favor de Julián Colocasi se pronuncia un capitán que desempeñaba el cargo de Protector de Naturales. Juan Vidal Olguín comparece, en septiembre de 1700, ante el Alcalde de San Luis, Francisco Gil de Quiroga, reclamando en nombre de Julián Colocasi. Manifiesta que Sánchez Chaparro las solicitó por haberlas conocido en forma circunstancial en un viaje hecho con objeto de obtener maderas. Según Olguín, Sánchez Chaparro aprovechó el hecho que tanto Lorenzo Colocasi como su hijo Julián estaban ausentes de sus tierras por haber sido llevados a la fuerza hacia Córdoba, para estar al servicio del capitán Pedro García Redondo.
b.6.a. Sin embargo resulta discutible este último argumento. Si Colocasi tenía en efecto un yerno español incorporado a su familia a tal punto que defendía sus intereses, cómo era posible que no lograra eximirlo de prestar este servicio forzado. De modo que los datos consignados precedentemente y la lógica de las argumentaciones permite afirmar:
b.6.b. Ante lo contradictorio de las razones aducidas, no existían para las autoridades testigos presenciales imparciales que corroboraran los dichos.
b.6.c. La insuficiencia objetiva de títulos y documentos probatorios hizo que se equilibrara la balanza de chances a favor entre los litigantes.
b.6.d. La expectativa por obtener una respuesta favorable llevó a las partes a exponer su situación ante autoridades diferentes; por no se sometieron a una única instancia superior que fuese capaz de dirimir la cuestión.
b.6.e. La señora viuda de Sánchez Chaparro no pudo heredar estas tierras por encontrarse las mismas en litigio. La "venta" concretada finalmente por Marigorta en 1707 no fue tal, sino que cedió los derechos a Pedro Escudero, quien a partir de entonces fue parte actuante en el conflicto.
b.6.f. Escudero no sólo debió contender contra Julián Colocasi, sino también contra la sucesión del capitán Hernando Muñoz, quien ya había dejado de existir a comienzos del siglo XVIII.
b.6.g. Un documento fechado el 14 de diciembre de 1740 contenía la solicitud de Gerónimo de Miranda, pidiendo amparo para vivir en las tierras de Quines. Sin embargo, no es posible saber si su petición fue aceptada o si efectivamente fue el primer pionero en poblar nuestra tierra.
b.6.h. El 22 de marzo de 1764 se registra un documento de petición donde "Quines" aparece, mencionando el río homónimo, con su grafía actual. Era la solicitud de un vecino de San Luis, Manuel Moreno Dávila, al gobernador JuanVErdugo de Santiago de Chile pidiendo reconocimiento oficial para su posesión rural llamada Rincón de Angola (actual San Martín)
b.6.i. Si bien no es posible determinar el origen preciso del nombre "Quines", y reconociendo por su seriedad todas las hipotéticas explicaciones aportadas, es muy probable que el mismo haya tenido un origen aleatorio no indígena. Ello se debe a que era una práctica acostumbrada entre los españoles cambiar en forma inmediata todos los nombres autóctonos, suplantándolos por otros (asociados muchas veces a nombres de santos católicos o advocaciones marianas) que reformularon casi por completo la toponimia de nuestro país.
b.6.j. A lo largo de su historia, Quines nunca cambió su denominación, ni siquiera en forma transitoria (recordemos que el pueblo de Los Corrales hoy se llana Leandro N. Alem; sin embargo, entre 1936 y 1947, se le cambió el nombre por el se "Seis de Septiembre"). Además, queda demostrado que ya en la segunda mitad del siglo XVIII este nombre ya estaba asignado por la tradición vernácula al sinuoso río que nacía en o alto del macizo norte, siendo reconocido y asimilado por todos los habitantes de aquella época, a ambos lados de la Sierra de San Luis.

TERCERA PARTE
HACIA LA CONSTRUCCIÓN DE UNA HISTORIA SÓLIDAMENTE FUNDADA.
c.1. Nuestro pueblo, según mi hipótesis principal, no fue fundado de acuerdo a los cánones de la colonización española. No contó con esa especie de acto ceremoniosamente formal que a todos nos gustaría tener como punto de partida para esta localidad cuya pujanza mucho nos enorgullece.
c.2. Tampoco fueron, como lo pretende el mito inmemorial, posesión de un cacique llamado Quinela; ya que de acuerdo a los documentos probatorios el único jefe indígena que realmente existió fue Lorenzo Colocasi. Lo que sí puede afirmarse, con un alto grado de certeza, es que a medida que el territorio puntano fue racionalizándose (mediante la exploración, mensura y cartografiado de precisión) proliferaron los interesados en solicitar tierras como merced, con las ya caracterizadas situaciones de conflicto. Los terrenos más disputados fueron precisamente los que se hallaron en inmediaciones de los ríos; porque, además de la ansiada agua, poseían pastizales naturales aptos para que el incipiente ganado pudiera prosperar. Una vez obtenidas las tierras, muchos propietarios lucharon por extender sus límites hasta el pie de la sierra como una estrategia estándar de control de los recursos hídricos.
c.3. Dado que los ríos y arroyos cercanos son aluvionales, era necesario controlar los ojos de agua, vertientes y surgentes que permitían acopiar agua en los secos meses de invierno. Sin embargo, las duras experiencias vividas brindaron una lección: aunque las propiedades llegaran hasta la sierra, las viviendas debían edificarse en el sector bajo y a prudencial distancia de las riberas, a fin de evitar las enormes crecidas veraniegas que barrían todo a su paso con fuerza incontenible.
c.4. Las primeras grandes propiedades quinenses tenían en su mayoría una clara orientación sur-norte; y en el transcurso de poco más de dos siglos el progresivo fraccionamiento por loteos nos dejó como principal herencia cultural las largas calles y los singulares caminos (que antiguamente unían puntos opuestos de las estancias), tan extensos que parecen buscar siempre el norte, en forma paralela al río Quines. De manera complementaria, el trazado de los diferentes canales revestidos, acequias y veraneras configuran el resto del entramado.
c.5. Los alambrados fueron una consecuencia directa de la Revolución Industrial, e hicieron su aparición en Quines tardíamente respecto a otras zonas del país. De modo que los primeros campos y latifundios, a menos que tuvieran barreras físicas bien definidas (ríos, arroyos, quebradas, claros, rodeos, etc.) solían ser objeto de múltiples litigios para precisar límites entre un hacendado y su vecino.
c.6. Quienes lideraron estos procesos de construcción del poder territorial fueron precisamente los pioneros que se asentaron en nuestra localidad en el último cuarto de siglo XVIII. Entonces, el modesto caserío evolucionó demográficamente, en parte por crecimiento vegetativo pero también debido al poder económico de los propietarios provenientes de otros lugares. Ello queda reflejado en el censo de 1812, donde en el cómputo final figuran 9091 habitantes (Nuñez, 1972), incluyendo 68 indígenas, 6 negros, un europeo y 48 individuos entre mulatos y mestizos.
c.7. Como unidad de organización análoga a la de otras regiones argentinas, la estancia quinense poseía un núcleo principal: el casco, donde estaba la residencia del patrón; y los puestos, formados por modestas viviendas donde vivían los encargados con sus familias. Los puestos estaban situados en forma satelizada con respecto al casco, y de manera periférica respecto de los límites (precisos o aproximados) de la propiedad. Para unir todos los sectores, comenzaron a aparecer paulatinamente los caminos y senderos que en principio eran internos, dando origen en el siglo XX a largas calles bordeadas del tupido monte natural característico de nuestra zona.
c.8. Los puestos se hicieron tan conocidos que inexorablemente se transformaron en puntos de referencia obligados, capaces de aglutinar más pobladores y orientar el trazado de planos cartográficos. Por ejemplo, en la década de 1940 la entonces Escuela Nº 120 (hoy Nº 255 de la Banda Este) estaba ubicada en una casa de adobe al norte de su emplazamiento actual y era conocida como Puesto Tobares.
c.9. Los pioneros buscaron, con el tiempo, aproximar sus viviendas en torno a un pequeño descampado que obraría en lo sucesivo como espacio público común. Esta primera plaza, la Plaza Vieja, fue el epicentro de la segunda etapa histórica, donde las primeras familias entrecruzaron sus intereses promoviendo el matrimonio entre sus hijos como principal recurso para crear conciencia de clase propietaria. Al mismo tiempo, su afán de hegemonía los llevó a ocupar segmentos de autoridad. En los años posteriores a 1810, y desempeñando un cargo más bien ligado a la tradición virreinal, se encontraba como Alcalde de Hermandad uno de los líderes relevantes de la familia pionera por excelencia: Manuel Montiveros.
c.10. El influjo ejercido por Montiveros resultó decisivo para que en 1816 Quines aportara, mediante la contribución de cinco caracterizados vecinos, elementos de suma necesidad como reses, charqui y caballos en pie para el Ejército de Los Andes; unos meses después, es ilustrativo observar que dos de estos vecinos suscriben también el acta de Juramento de la Indepenciencia. El carácter elitista de estas acciones demuestra el notorio ascendiente que ellos poseían sobre el resto de la comunidad.
c.11. Por otra parte, la pujanza económica queda evidenciada en el Registro de Hacendados de 1844. Veintiocho personas de Quines se registraron entonces, incluyendo cinco mujeres; resultando sumamente gráfico este detalle: sólo siete de estas personas llevaban apellidos pioneros, cuatro Montiveros y tres Céliz. Es decir que, a mediados del siglo XIX, comienza a consolidarse otro grupo de propietarios que equilibra con su peso específico al grupo tradicional; protagonizando hacia 1870 la tercera etapa, caracterizada por la creación de un nuevo centro gravitatorio que aún hoy (136 años después) llamamos la Plaza Nueva.
c.12. La aparición en San Luis, con sus lógicos vaivenes, del régimen municipal esbozado entre 1864 y 1867 llevó a replantear el trazado de nuestro pueblo. Fue necesario encontrar la manera de compatibilizar la configuración geográfica originaria, determinada por los latifundios, con las prioridades del planteo urbano organizado en manzanas concéntricas. Toda posibilidad de crear el nuevo centro hacia el este quedó truncada por la nueva adquisición, efectuada alrededor de 1870 por Suárez y Rosas, de toda la tierra situada al este del río Quines. Esa circunstancia marcó en lo sucesivo el perfil básico de esta localidad: la Banda urbana (oeste) y la rural (este).
c.13. Las nueve manzanas delineadas en 1871, durante el gobierno de Juan Ortiz de Estrada, dieron origen al Quines de hoy. La calle que une ambos núcleos, recta con su curvatura en el extremo que conecta con la Plaza Vieja, sirvió desde entonces para un ambiguo proceso de integración urbana; porque si bien esta calle estuvo concebida para unir, también actuó en los hechos para establecer y consolidar desarrollos asimétricos tanto desde lo económico como desde lo edilicio.
c.14. A partir de ese año, la Plaza Nueva fue el destino elegido por los nuevos pobladores que llegaban a radicarse, y en el siglo XX quedó definitivamente ratificada como centro de importancia clave para entender el progreso. La llegada del ferrocarril y de los inmigrantes de origen sirio libanés fueron factores decisivos en este proceso de asimetría. En el ideario colectivo, la Plaza Vieja quedó asociada a lo tradicional, a lo venerable, a las raíces; y en realidad, este núcleo se erigió como una verdadera zona de transición entre la Banda Este y la Plaza Nueva.

CUARTA PARTE
POSIBLES PUNTOS DE PARTIDA PARA FUTURAS INVESTIGACIONES
La carencia de documentos históricos en cantidad suficiente es, por supuesto, uno de los principales obstáculos con que tropieza cualquier indagación. Pero también resulta beneficiosa en cierto sentido, porque permite al investigador serio elaborar más hipótesis de trabajo, las que luego deberán ser ratificadas empíricamente.
Construir la Historia con criterio profesional consiste, ante todo, en articular los propios esfuerzos con los realizados por historiadores de la talla de Tobares, Núñez, Sáa, Pastor, Gatica de Montiveros y tantos otros que honraron a nuestro país, a nuestra provincia y a nuestra tierra norteña con su labor académica. Al mismo tiempo, es necesario tomar en cuenta una premisa fundamental: investigar la Historia no significa ni implica vivir en el pasado. Por sobre todas las cosas, no es posible renunciar a tomar parte en los desafíos del mundo actual, marcado profundamente por la condición posmoderna y sus inevitables contradicciones.
La condición humana resolvió los problemas de transporte recién en el transcurso del siglo XX. Primero solucionó el transporte de personas (por aire, mar y tierra), luego el transporte de sonidos e imágenes (media), y finalmente el transporte de informaciones (multimedia). Transferida a la vivencia cotidiana, estos recursos modifican sustancialmente nuestra manera de entender el mundo; y por ende, de interpretar nuestro pasado y construir nuestro futuro.
A partir de estas realidades se pueden proponer, por medio de estas sucintas conclusiones, algunas reflexiones que encierran diversos interrogantes:

d.1. La merced de tierras concedida a Sánchez Chaparro nunca pasó de la condición de posesión relativa precaria, y es probable que se haya abstenido de resindir en Chutunso para evitar un posible conflicto armado con Hernando Muñoz.
d.2. El epicentro del conflicto no tuvo lugar en Quines, sino en San Francisco; dado que nuestro pueblo formaba parte del sector norte de la merced solicitada.
d.3. Una consecuencia positiva de los pleitos suscitados es que la documental generada permite afirmar que el capitán Hernando Muñoz, yerno del cacique Colocasi, fue el primer español que habitó estas tierras.
d.4. El hecho que pasaron veinticinco años desde la posesión de merced en 1674 permite trazar esta hipótesis: Julián Colocasi se yergue como ganador en un conflicto interno dentro de su clan, imponiéndose a la sucesión Muñoz y delineando en lo sucesivo la orientación de los intereses de su familia, cada vez más jaqueada por la creciente posibilidad de perder sus territorios a manos de colonos foráneos.
d.5. La designación del Juez Comisionado Juan Gutiérrez, nombrado por el Virrey Vértiz en 1779, no tuvo efectos perdurables más allá del ejercicio limitado de una mera autoridad formal. Fue rápidamente desdibujado y puesto en segundo plano por el empuje de los pioneros dispuestos a configurar la zona de acuerdo a sus intereses inmediatos y estratégicos.
d.6. Una interesante hipótesis a investigar es determinar con la mayor precisión posible cómo desaparece la merced como forma previa de posesión territorial, dando paso al concepto de propiedad tal como lo entendemos hoy en día.
d.7. Los pioneros más importantes no tuvieron como prioridad estratégica la fundación del pueblo, sino el control de los terrenos más aptos y las fuentes de agua; determinando así campos más extensos longitudinal que transversalmente.
d.8. Estos primeros pobladores tuvieron gran importancia para consolidar la existencia de Quines. Apoyaron el desarrollo de la fe católica, piedra angular de la tradición hispánica, donando la primera imagen de la Virgen del Rosario y promoviendo la construcción del templo. Además, ampararon y tutelaron los inicios de la educación pública local, proveyendo los recursos mínimos para que los niños de la época pudieran más bien alfabetizarse. Entre 1864 y 1872, José de las Nieves Céliz presidió una Comisión pro Escuela (designada por el gobernador Juan Barbeito en el mismo Quines, en algún momento comprendido entre el 27 de abril y el 27 de junio de 1864, en el marco de su visita al interior), afrontó las serias dificultades de entonces e incluso ofreció su propia casa para hacer funcionar una escuela de varones.
d.9. Desarrollaron también una conducta paternalista respecto a los asuntos públicos, transfiriendo a la gestión la lógica del patrón. Existe un documento, fechado en enero de 1857 y dirigido al gobernador Justo Daract, escrito por Juan Tomás Montiveros, hijo del ex Alcalde de Hermandad de 1816. Aseguraba: "...imponiendo que ningún vecino que no haya jurado la Constitución Provincial pueda ejercer empleo civil. Creo que no ha quedado persona alguna en esta partido a mi mando (sic) sin prestar juramento" (Gatica de Montiveros, 1995).
d.10. La influencia de los Montiveros en la zona norte, liderazgo local puesto al servicio de objetivos establecidos desde San Luis en cuanto centro de poder, queda gratificada por el hecho que, el 20 de julio de 1858, el gobernador Daract se hospeda en Río Seco (actual Luján) en casa de Don Juan Tomás.
d.11. En la segunda mitad del siglo XIX comienza paulatinamente la declinación de esa enorme influencia. Más que autoridades unipersonales, se establecen con mayor frecuencia Comisiones con fines diversos, lo que evidencia una creciente simetría de poder. En 1874, 1884, 1886 y 1904 son designados en cargos neurálgicos (Juez de Paz, Jefe de Registro Civil) hombres que no sólo eran vecinos de la Plaza Nueva, sino que además disputaban la prevalencia social al núcleo tradicional.
d.12. En 1886 aparecen las primeras Comisiones Municipales; pero la primera crisis de este cuerpo colegiado tuvo lugar entre 1899 y 1900. De los cinco miembros designados en febrero de 1899, tres renuncian a los noventa días (uno de ellos era Lucas Montiveros); pero un año después regresan a sus funciones por la sencilla razón que la Comisión se hallaba desierta por renuncia de todos sus integrantes.
d.13. La presencia y participación constante de los líderes naturales de la clase tradicional, basada en muchos casos en la visible ostentación de los atributos de la riqueza material, tuvo un curioso doble efecto de sentidos inversos. Por un lado le otorgó respetabilidad a Quines en cuanto centro capaz de generar recursos importantes para el desarrollo de proyectos diversos; pero tuvo un efecto negativo palmario: no promovió el surgimiento de otros líderes, a veces ni siquiera en las nuevas generaciones de las familias pioneras.
d.14. La propia visión respecto del liderazgo fomentó la idea de autosuficiencia hegemónica como sustituto de la práctica democrática. Los líderes tradicionales desarrollaron un progresivo convencimiento de estar desempeñando un papel providencial en el desarrollo de nuestro pueblo, y ése fue uno de los motivos por los cuales no alentaron una cultura de la tolerancia política. Tomaron la oposición como un fenómeno indeseado, procurando sofocarlo, enfocándolo como una cuestión trágica que podía poner en riesgo la armonía comunitaria. Ello contribuyó a generar procesos internos de control social sumamente efectivos para sus fines, con una importante presencia del control ideológico de la "desviación", incompatibles con los preceptos constitucionales que garantizan la libertad de pensamiento y de expresión.
d.15. Por ese motivo, la influencia objetiva de los líderes estaba mayormente supeditada a su supervivencia física. Desaparecidos de la escena social y política, se generaba una importante pugna para cubrir el vacío de autoridad producido; pugnas en las que surgieron otros referentes no pertenecientes a las familias tradicionales, pero que actuaron en forma análoga y tuvieron destinos curiosamente paralelos a los de aquellos que pretendieron reemplazar como alternativa.
d.16. Esta forma de cultura política y social le dio a nuestro pueblo importantes personalidades dotadas de gran capacidad táctica y agudo sentido de la astucia, pero también le privó de contar con talentos capaces de entender nuestras necesidades estratégicas; ya que con el correr de las décadas se produjo una decantación poblacional que llevó fuera del pueblo a personas técnicamente capacitadas que, en una cultura de la valoración mutua, habrían realizado un aporte más fructífero y perdurable para potenciar el desarrollo de Quines. Al ostracismo político de otras épocas le siguió en muchos casos el ostracismo cultural.
d.17. Esta confluencia de factores frenó en muchos casos el desarrollo del pueblo, pero su desarrollo comparativo fue mayor que el de las localidades vecinas; puesto que los liderazgos hegemónicos en ellas tuvieron mayor efecto retardatriz.

EPÍLOGO
UNA REFLEXIÓN A MODO DE CIERRE
Este modesto trabajo tiene la sencilla pretención de rendir homenaje sincero a esta localidad donde si bisabuelo José Ybáñez llegó en 1884, a la edad de doce años, huérfano y con perspectivas poco promisorias. Partiendo de los aportes de grandes historiadores, hijos del interior puntano, como el Dr. Tobares y la Dra. María Delia Gatica de Montiveros; se buscó en todo momento clarificar (desde la propuesta hipotética basada en pruebas documentales) algunas lagunas de información que se ciernen sobre nuestro orígenes. Sin desmedro de la objetividad, buscada con la aplicación sistemática del método científico (hipotético deductivo de Karl Popper), es siempre meritorio reconocer el sacrificio de nuestros primeros pioneros. Esos primeros precursores nos legaron no sólo el Quines de hoy, sino que incluso nos enseñaron a su manera a valorar la agreste belleza de esta tierra bendita.
En cada uno de Ustedes, que han tenido la suprema gentileza de escuchar estos conceptos, está más vivo que nunca el espíritu indómito de esos pioneros, haciendo de nuestro pueblo el más populoso y pujante del Departamento Ayacucho, orgullo de la Provincia de San Luis.

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